sábado, 23 de abril de 2011

Maratona Esposende 2011




Comenzábamos con esta prueba la temporada de maratonas del 2011, después de las experiencias "sufridas" en la Trofa (extrema) y Povoa de Varzim entre otras, ahora le tocaba el turno a los 70 kilómetros de Esposende lo que suponía un auténtico bautismo de sangre y polvo para Dani, Silvia y Blanca.

Las mochilas iban cargadas de geles, barritas y demás para evitar las temidas "ghaviolas" aunque por muchas precauciones que tomáramos nunca se estaba a salvo del desfallecimiento y este podía aparecer en cualquier momento. Recorrer el paseo marítimo de Esposende y ver casi a 2000 ciclistas preparados para tomar la salida fue de las cosas más impactantes del día. Los de la maratona extrema habían salido antes, 110 kilómetros y un GPS para guiarse era todo lo que tenían, una aventura en toda regla. Los demás nos agolpábamos en la salida dispuestos a encarar los 35 ó 70 kilómetros de los que constaba cada una de las pruebas. La salida fue lenta debido a la gran cantidad de gente y los primeros kilómetros transcurrieron por carretera ancha y llana desde donde se podía ver con claridad la gran serpiente multicolor que formábamos. En cuanto la carretera comenzó a empinarse las inapelables leyes de la física se hicieron patentes y muchos comenzaron a sufrir y a quedar atrás, el ruido de los cambios era constante (Casa, ahora no rugían sólo sonaban y pedían ayuda) y la búsqueda de un desarrollo amigo se hacía imprescindible. Fue precisamente durante esta subida donde se separaban ambas marchas, los de 35 de frente, los de 70 a la izquierda por la primera pista de monte.

A partir de aquí el 80% del camino era por monte y el resto por pavés o carretera. Sin tener en cuenta la dureza de hacer 70 kilómetros de Mountain Bike podemos decir que la marcha no fue excesivamente dura aunque no faltaron los tramos de subida que nos pusieron el corazón a cien por hora, además el sol y el polvo hicieron del día una sucesión continua de calor y sudor que arrastramos durante toda la jornada. El recorrido era de una gran belleza y con lo que más disfrutábamos era con los estrechos senderos de una bici con continuas curvas y zig zags paralelos al río que nos hacían gozar de todo esto al máximo. Por poner algún pero a la maratona podríamos decir que los avituallamientos lejos de estar mal no eran los de otras veces, al menos la variedad no era la misma aunque los bollitos rellenos de membrillo no estaban nada mal y sino que le pregunten a Dani que demostró que le gustaban casi tanto como a mi la lasaña. Una de las subidas más duras se encontraba precisamente después de uno de los avituallamientos pero La Banda al completo demostró que está muy en forma y pedal a pedal fue subida con fuerza y decisión.



Al principio los kilómetros remoloneaban y tardaban en llegar pero a partir del 30 y ya bien acoplados y adaptados a las circunstancias empezaban a caer con bastante facilidad aunque siempre mantuvimos la misma filosofía del principio y no nos dejamos llevar por el exceso de confianza. A la cabeza de La Banda nos íbamos alternando y era cuando las chicas se ponían al frente cuando íbamos más rápido. Los tirones de Blanca eran espectaculares y rodaba a unos ritmos que en muchas ocasiones rozaban el mal gusto. Las subidas de Silvia obligaban a muchos de los participantes a apartarse y dejarnos pasar enterrando así muchos egos masculinos que todavía se estan recuperando de tal afrenta.

Como curiosidad decir que uno de los avituallamientos líquidos fue en el mismo sitio donde hicimos el avituallamiento de la marcha de Trilhos dos muinhos y donde el cheri tuvo su particular duelo con un eucalipto que casualmente pasaba POLA DEREITA.

En resumen la maratona fue todo un espectáculo de puro Mountain Bike que como siempre nos dejó un gran sabor de boca. Especial mención a Silvia y Blanca que se han demostrado a ellas mismas que pueden hacer lo que se propongan encima de una bici. Desde aquí mi enhorabuena a todos y espero que pronto podamos disfrutar de nuevo de otra garn maratona portuguesa.

lunes, 11 de abril de 2011

Transgalaica Cotobade 2011

Aquí comenzamos la crónica de la última prueba de la Transgalaica celebrada este pasado Domingo en Cotobade. Como homenaje a mi querido amigo Casalini que nos lee desde el exilio le daremos ese toque cheri-épico que tanto le gusta. Comenzamos: El sofocante sol que reinó durante toda la semana presagiaba una mañana dominical plagada de sudor, calor extremo y sufrimiento al límite. Gracias a las oraciones y los sacrificios hechos al Dios Odín de los bosques éste nos envió las nubes necesarias para protegernos de este gran enemigo. El sufrimiento no faltó y el sudor tampoco pero la temperatura era la idónea para entrar en batalla. Azul, naranja y negro, esos eran los colores de La Banda para afrontar la segunda batalla de esa gran guerra que es la Transgalaica. Los guerreros calentaban desde hacía tiempo mostrando sin rubor todas sus armas: bicicletas y equipos de última generación mezcladas con rocosas piernas capaces de hacer descarrilar un tren. Rugían los cambios antes de la salida, las piernas se tensionaban hasta el extremo y por fin los pros y los federados salían al campo de batalla en pos de la gloria o la muerte y el olvido. Mientras, los demás esperábamos ansiosos que llegara nuestro turno y nos dejaran salir tras la estela de los primeros. En cuanto dieron la orden de salida sólo vi una figura que se destacaba del pelotón, sus ojos inyectados en sangre y sus gemelos escupiendo fuego nos sorprendieron a todos, el Mamut era insaciable y quería morder desde el principio y en un instante ya nos sacaba unos metros a todos. Aquí fue la última vez que lo vi hasta que llegué a meta. En los primeros 10 kilómetros del circuito nos enfrentamos a tres de los cuatro muros que conformaban el circuito, los dos primeros eran repechos con grandes piedras incrustadas en el suelo a modo de calzada romana fruto sin duda de las terribles disputas de los antiguos dioses por la supremacía de estas ricas tierras. La gente sufría y los más débiles incapaces de salvar el obstáculo ponían pie a tierra para ser aplastados y arrollados por los demás corredores. Dani pedaleaba unos metros por delante mía pero mis sensaciones en nada se parecían a las sentidas en Pontevedra, si bien las fuerzas no eran las de antaño (cuando comía en la misma mesa de los dioses) al menos iba en una posición no demasiado retrasada y esto fortalecía mi moral de cara a los kilómetros que me esperaban por delante. El tercer muro era más largo y empinada que los anteriores pero el terreno era más favorable siendo este de tierra negra y piedras pequeñas. Era en estos tramos donde se veía la realidad y la crudeza de este deporte, donde los cuerpos se movían en busca de unas fuerzas que muchas veces no respondían. Eso si, esos que sufrían en las subidas volaban cuando el terreno era plano, acoplados a sus bicis como auténticas máquinas de devorar kilómetros. Superado este tercer muro ganábamos un largo tramo llano que se convertía al final en una divertida y rápida bajada de piedras donde además de las piedras podías ver docenas de botes de agua caídos en el suelo y gente que había pinchado y trataba en vano de recuperar luego el terreno perdido. La lucha en estos tramos era cruenta y los participantes no quería ceder ni un solo metro a sus contrincantes porque ya se sabe que en el campo de batalla no hay lugar para los sentimientos. La carrera ahora continuaba por una zona de toboganes que nos acercaba al cuarto y último muro del circuito, una dura subida donde se volvía a poner a prueba las fuerzas de los participantes y donde la realidad ponía a cada uno en su sitio. Tras el muro de nuevo nos esperaba el llaneo pero esta vez con viento de cara ya que transitábamos por la zona más alta del recorrido y la ausencia de árboles la dejaba a merced del Dios Eolo. Personalmente eran las zonas que más me costaban debido a mi poco peso y la poca fuerza de mis piernas. Lo que restaba hasta la meta no era muy duro a excepción de empinadísimo repecho a 4 kilómetros de meta que bien se merecía ser incuido como el quinto muro del circuito. Por ahora los dioses habían sido magnánimos y la prueba iba bien encaminada para La Banda con un Iago luchando con los más fuertes y un Dani que comía plácidamente en el ecuador de la prueba cuando yo llegué al primer paso por meta. Salimos juntos como al principio de la prueba, muchos de los nuestros (los cicloturistas) y de los federados ya habían sido superados a pesar de haber salido unos minutos antes y ahora sólo nos quedaba avanzar y seguir escalando puestos con la ventaja de saber el terreno que nos quedaba por delante. Como al principio Dani se adelantó unos metros y fue superando rivales, los kilómetros caían y ahora sí, podíamos decir que a pesar del sufrimiento estábamos disfrutando de lo lindo. La llegada a meta fue en el orden esperado, primero el color negro del Mamut de Mos que como el año anterior conseguía meterse en el top de los 50 mejores y haciendo un 4º puesto en su categoría, luego llegó el azul de Dani haciendo el puesto 97 logrando así un gran resultado, tres minutos más tarde llegaba el naranja del Cheri en el puesto 107. Todas estas clasificaciones estan pendientes de confirmación pero suponemos que poca variación habrá si la hay. Para terminar y como resumen podemos decir que ha sido un gran resultado, el Mamut está de lejos en su mejor forma y así lo demuestra en cada prueba, Dani por su parte está confirmando lo que ya sabíamos todos, su física es impresionante y en cuanto le de continuidad a la bici estará con el Mamut haciendo el bestia. Por parte del Cheri la recuperación está siendo evidente pero todavía queda mucho por pedalear y mucho más por sufrir pero por ahora estamos satisfechos con el resultado aunque todavía queda mucho margen por mejorar.

lunes, 4 de abril de 2011

Diario íntimo de la locura II

"El comienzo del mes de Abril está siendo prometedor ya que a día 4 ya he salido tres veces y parece que la continuidad empieza ser la tónica dominante y esto es lo que realmente necesito. El Viernes salí con Raquel a dar una vuelta corta, el viento era muy fuerte e hizo la etapa bastante incómoda, no obstante subimos hasta el Alba para acabar en el molino de Chandebrito y luego subir hasta el dual de Valladares. El plato fuerte llegó el Sábado cuando salí con Iago, Balbís y Dani. El Mamut venía con ganas y la etapa la diseñó él, también fue él el que puso un ritmo de subida a la Garrida como pocas veces habíamos visto al que sólo pudo responder Dani el que no sabe controlar sus impulsos y es incapaz de dejar que alguien se escape. Después vino la ruta de la marcha de Mos que si no fue al mismo ritmo que la Garrida tampoco estuvo nada mal para terminar en el Cuvi donde Dani (no sabemos si fruto de su esfuerzo en la subida de la Garrida o que) nos abandonó porque tenía que ir a nadar (¿vuelve Dani y vuelven las excusas?). Tanto ritmo tanto ritmo y luego se nos marcha, la verdad es que no ha aprendido nada. Después del Cuvi, el Mamut, Balbís y yo seguimos hasta el prque de Beade para bajar por el dual de Valladares hasta la Garrida y de ahí subir casi hasta el Alba por unos repechos bastante duros donde Balbís demostró una vez más que el pundonor y la raza son cosas de las que va sobrado. De ahí nos fuimos al Monte dos Pozos para acabar haciendo el descenso. Muy buena etapa, sigo sin estar bien pero estas son las que necesito para seguir progresando. El Domingo más con la Marcha del Faro de Budiño. De aquí destacar tres cosas, la primera y para que quede constancia es que Dani en un principio iba a venir pero lo liaron para jugar al futbol (¿sería una casualidad o esto me suena de algo?), la segunda cosa a destacar es el precioso recorrido de este año, plagado de senderos estrechos, trialeras divertidas y unos paisajes acojonantes. No fue muy dura y había mucha gente, yo caí como un parvo (esta vez non foi pola dereita sino que uno cayó delante mia y yo me fui al suelo también) y el Mamut tiró un poste de cemento. Pero lo más destacado de la marcha sin duda fue Silvia, sabía que andaba mucho pero el Domingo me llevé una gran sorpresa, ya no es sólo el fondo físico (que lo tiene) sino las maneras que se le ven en la bici, la forma de encarar los diferentes tramos, hubo momentos de la marcha en que era ella la que marcaba el ritmo y nos obligaba a esforzarnos a todos. Sinceramente impresionante. A la marcha fuimos Silvia, el Mamut, Balbís, Sara, Ledo y el que esto escribe. Hasta aquí el resumen de estos últimos días, como he dicho antes parece que empiezo a dar continuidad a las salidas y eso me viene muy bien, mañana saldré con Balbís, Dani no viene que va a nadar."